A veces, las cosas tan malas que suceden en la vida no nos permiten ver otras salidas, sino que nos van conduciendo a un extremo que termina en nuestra propia muerte como único fin para que todo lo que nos pese se vaya de una vez.
A todo ello se le suma la actitud de la sociedad en cuanto al suicidio, que no habla de ello en su enésimo intento de pretender que esto no pasa para que esta acción no se repita. Pero los datos están ahí e indican que el suicidio es la primera causa de muerte no natural en España. A diferencia de las muertes por accidentes de tráfico, no existen campañas que conciencien sobre el tema o expliquen los recursos a los que pueden acudir las personas que sufren el camino al sucidio.
Miriam Villalba, psicóloga especialista en el asunto, recomienda empezar a hablar abiertamente de este problema, ya que actuar de la manera contraria hace que el tema se esconda y que las personas que lo sufren desconozcan los indicadores que les podrían alertar de que están en el camino al suicidio y qué tienen a mano para salir de esta espiral de dolor.
Excesiva negatividad, deseos de querer morir o desaparecer manifestados en redes sociales o en encuentros cara a cara, irratibilidad, peor humor, desesperanza, lesiones en el cuerpo o el hecho de despedirse, son solo algunos de los factores con los que una persona indirectamente nos expresa que quiere suicidarse, y a los que deberíamos de estar atentos.
Los estudios expuestos por Villalba en Radio Sintonía también nos permiten ver que el suicidio puede provocarse por diferentes razones, ya sea quedar en desempleo, no llegar a final de mes, discriminación, abuso, sensación de fracaso, o no poder acceder a los recursos necesarios. Incluso hay unas franjas de edad en las que los pensamientos suicidas suelen acentuarse que son entre los 15 y 29 años, y luego a partir de los 80 años, siendo el mayor motivo de este último la soledad a la que se ven abocados nuestros mayores.
En pleno 2021, como sociedad hemos sido capaces de sacar a diálogo público temas que hace 20 años se quedan detrás de una puerta como el maltrato de género, la discriminación que sufre el colectivo LGTBIQ+, el acoso escolar, la eutanasia, el aborto, entre otros, pero las enfermedades mentales siguen siendo tal tabú, que cuando se quiere llevar el tema al Congreso de los Diputados, hay quien ha llegado a gritar “vete al psicólogo” para mofarse de ello o se hacen promesas que no se materializan.
Una de cada cuatro personas sufren o sufrirán alguna enfermedad mental y mientras tanto el Servicio Público de Salud sigue dejando atrás este área. Quien se quiere suicidar lo expresa de alguna u otra manera, por lo que nosotros como comunidad y las administraciones públicas deberíamos de estar ahí apoyando, dando recursos de ayuda psicológica y preguntar sin miedo para ayudar a encontrar otras salidas para esa persona, porque aunque no lo parezca, el suicidio sí se puede prevenir.
