Después del 1 de octubre, los que defendemos la democracia y la legalidad tenemos nuevas razones para reclamar más diálogo para alcanzar una solución política y pacífica en Cataluña. Una tarea colectiva en la que todos debemos implicarnos para garantizar la convivencia de todos los pueblos que integran el Estado.
Defendemos la democracia y la libertad para superar la peor crisis institucional a la que nos hemos enfrentado. Democracia para velar por el cumplimiento de la Constitución y libertad para que exista un diálogo entre sus diferentes regiones y nacionalidades.
El acuerdo es posible. Un acuerdo que pasa por la renovación del pacto constitucional. Un pacto para adaptar la Constitución a una realidad muy diferente a la que vivíamos en 1978 y para resolver los problemas del modelo territorial. Con sosiego, con diálogo, con consenso.
En esta batalla política TODOS hemos perdido. Hoy debe comenzar una nueva etapa para definir el país que queremos. Si seguimos renunciando a un debate inaplazable, nos estaríamos condenando a que se repita la misma historia.
Ley y diálogo siempre si queremos que cicatricen las heridas abiertas a raíz de un proceso amargo en el que hemos fracasado todos. Desde Canarias seguimos sintiendo con la misma fuerza que Cataluña forma parte del mismo espacio que compartimos muchos pueblos con realidades sociales, geográficas e históricas diferentes.
Frente a la confrontación y el inmovilismo, el Gobierno de Canarias apuesta por debatir sobre la identidad plural y colectiva que queremos construir entre todos para evitar que, en un futuro, se reabran nuevas heridas territoriales.