
La Rosa de Fuerteventura se traslada este viernes hasta Las Salinas del Carmen donde nos acompañan Carmen Rosa Reyes y su marido, Cipriano García Torres. Se unen también a la conversación, el pescador Juan Isaías García Torres y Bentejuí García.
Carmen, siempre ha formado parte de una familia de pescadores y recuerda que desde los 70 hasta casi los 80, no se podía vivir de la pesca porque “había muy poca”. Muchas de los vecinos tenían que irse fuera y solo unos pocos pudieron quedarse en el pueblo. Las Salinas se construía así como un pueblo pesquero, pero con poca gente viviendo de la mar.
Entre las historias inolvidables, Cipriano recuerda la llegada de la primera patera a Fuerteventura, concretamente a la playa de este pequeño pueblo. Le queda en la memoria la visión “de aquel barco raro, distinto a los nuestros”. Ha vivido naufragios como el del “Estrella Blanca” que permanece con claridad en su memoria y del que todavía conserva una fotografía.

Por su parte, Bentejuí García Díaz, afirma que “no olvida todo lo que ha aprendido de sus mayores a quienes está infinitamente agradecido”. Se une a esta conversación, como ejemplo de la siguiente generación de pescadores y asegura que hay muy buena cantera en el pueblo y señala, “niños con mucho talento y los que les encanta el mar”

Carmen Reyes nos habla de la llegada de pescadores de fuera que “arrastraban con todo” y se define como defensora de Las Salinas, de su playa y de su pesca tradicional. En este sentido reivindica el cuidado de la tierra, de lo tradicional, del paisaje y de la vida sencilla de siempre.
Afirma Carmen que “estoy de acuerdo con que no se dejen, ni más hoteles ni más bahías rotas”, y añade “el risco que siempre esta ahí es una belleza mientras que una muralla de cemento es un bloque de cemento. No es lo que la naturaleza ha dejado para que nos alimentemos. No quiero dejar eso para mis nietos o para mis hijos”.
Para nuestra invitada, el mar era su despensa, “creemos que el cemento nos va a dar la vida y no”, concluye.