La Rosa de Fuerteventura
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La tunera fermentada, alternativa al pienso en la alimentación del ganado
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El profesor de la Universidad de La Laguna, Antonio Perdomo, vinculado a la Cátedra Pedro Molina Ramos, nos explica en La Rosa de Fuerteventura, la idea recogida en un trabajo fin de carrera del alumno majorero Pablo Cabrera, sobre el uso de las palas de tunera como alimento para el ganado.

En una conferencia impartida en la Cooperativa de Gran Tarajala, Perdomo y su alumno  hablaron de los beneficios de esta alternativa que utiliza un producto de la tierra majorera de fácil obtención y que no requiere de una gran inversión para trabajar su transformación en ese alimento que ellos han estudiado y que, tomado como referencia de México y como no, de nuestros mayores, han querido presentarlo como una opción viable.

Los distintos usos de la tunera

Antonio Perdomo nos habla de los distintos usos que se le daba a este vegetal de fácil localización en el Archipiélago, “Las tuneras siempre han sido utilizadas en la alimentación animal, al igual que los frutos han sido frescos y secos, como porretas utilizados en la alimentación humana, y tantos otros usos que ha tenido este vegetal. Desde el mantener la cochinilla, que fue objeto de exportación, hasta los juguetes de los niños, que se hacían con pencas o que se chupaban las flores porque eran dulcitas, lo que aquí en Tenerife llaman pitos. Siempre ha estado presente en la cultura agraria de Canarias“.

Una alternativa económica

El encarecimiento de los precios ha golpeado con fuerza al sector ganadero, quien tiene que asumir los elevados costes de la alimentación para el ganado. La alfalfa y el pienso han experimentado una subida de los precios en los últimos meses como consecuencia de la Guerra de Ucrania. Sin embargo, estos alimentos que hoy parecen indispensable para el cuidado y la cría de cualquier ganado, tienen su alternativa.

Las palas de tunera como alimento para el ganado no es una idea nueva, pues en el pasado los ganaderos se encargaban de picar la penca de este vegetal para servírsela a su ganado. No obstante, lo que defienden Antonio Perdomo y Pablo Cabrera es una modificación de la técnica tradicional mediante un proceso de fermentación. “En este caso lo que se hace es fermentarlas para que aumente la cantidad de proteína. Esto es algo que hemos aprendido en México”, explica Perdomo.

Como cualquier fermentado, se le añade levadura al igual que el pan, fermenta con levadura. En este caso lo que se hace es que hay que picarlo muy menudito, más menudito que lo que picaban con el chillo nuestros abuelos. Nosotros lo hacemos con una picadora de vegetales que se usa para hacer compost, para desmenuzar el vegetal hasta dejarlo en trozos bien pequeñitos. Eso se pone en algo que tenga movimiento. Lo que pensamos en este caso fue una amasadora, una concretera que se tiene que mover durante media hora, y otra media hora parada. Esto se hace durante seis horas, entonces acaba fermentando y acaba transformando los hidratos de carbono en proteínas“, ha continuado explicando el profesor.

Una opción asequible por la facilidad de encontrar los recursos y lo económico que pueden llegar a ser estos para el bolsillo de los ganaderos. “Nos preocupaba (…) esta subida increíble de los precios que esta haciendo que muchas explotaciones ganaderas tengan que estar echando el cierre porque no aguantan el tirón de la subida de precio“, señala perdomo.

Buscando una solución al problema que expone el profesor, el trabajo de fin de grado de Pablo Cabrera se centraba en “la palatavilidad, es decir ver si las ovejas y cabras, que fue con las dos especies ganaderas con las que trabajamos, ver si lo toleraban porque pudiera ser que tuviésemos un producto con un incremento importante de proteína y no le gusta a las cabras, entonces mala solución. Lo que vimos es que sí“.

Basándose en investigaciones de México, han encontrado en la tunera una alternativa para alimentar al ganado, con materiales tan sencillos y económicos como: un reloj para programar, una picadura de vegetales para compost, una amasadora, azúcar, levadura, sulfato amónico y la urea.

 

 

 

 

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