Hoy martes, seis de octubre, a las 07.45 horas, en Puerto del Rosario falleció a los 94 años, el médico Arístides Hernández Morán. Ejerció su profesión hasta que su estado de salud se lo permitió, fue una persona muy querida y respetada en Fuerteventura, a donde llegó en una lluviosa mañana, en el año 1946 para realizar el servicio militar.
Nació en la Orotava (Tenerife) un 17 de abril, de 1926 , hombre de carácter afable, estuvo vinculado en la defensa de distintas causas en la isla de Fuerteventura como el movimiento ciudadano a favor de la obra del escultor de Eduardo Chillida en la Montaña de Tindaya o su última lucha, la construcción de un centro geriátrico donde las personas mayores pudieran pasar sus últimos años de vida con dignidad.
Arístides, junto con el médico Peña, y el también médico, Guillermo Sánchez fueron los impulsores de la primera clínica con la que contaron los majoreros, y que ocupaba el edificio de la antigua universidad popular en Puerto del Rosario, tal y como recordaba hoy en la radio, Concha Fleitas, presidenta de la Asociación Cultural Raíz del Pueblo, amiga personal de Arístides.
Poseedor de numerosos reconocimientos a lo largo de su vida, el Ayuntamiento de Puerto del Rosario propuso recientemente en acuerdo plenario solicitar la Medalla al Trabajo en reconocimiento a su larga trayectoria profesional.
Distinciones
Arístides Hernández Morán contaba con diversas distinciones sociales e institucionales. Así fue declarado Hijo Adoptivo de Puerto del Rosario (1995) y Premio Fuerteventura en la modalidad de hijo adoptivo otorgado por el Cabildo insular. Además cuenta con la Orden Civil de Sanidad, concedida por el Ministerio de Sanidad en el 2005; Medalla de Plata del Colegio Oficial de Médicos, Cruz de la Orden al Mérito Militar, Presidente de Honor y Medalla de Oro de Cruz Roja Española y Medalla de Oro de Canarias en el año 2010.
Llegada a la isla en la que nunca llovía
En su obra”Libro de Recuerdos de un Médico Rural”, publicado por la Editorial Mic en 2009, el médico recogía en palabras, la imagen de la mañana en la que llegó “a la isla en la que nunca llovía” según le habían dicho. En su recuerdo permanecía casi intacto, el diluvio que caía en ese momento en Puerto del Rosario. Curiosamente hoy, el día de su partida, la isla que lo acogió, también espera lluvia.
