El legado del pueblo Majo vuelve a Fuerteventura tras la corriente coleccionista del siglo XIX

Isidoro Hernández, responsable de los fondos del Museo Arqueológico de Fuerteventura
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El legado del pueblo Majo vuelve a Fuerteventura tras la corriente coleccionista del siglo XIX
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Este jueves 15 de junio, a las 19:30 horas se inaugura en el Museo Arqueológico  de Fuerteventura, en Betancuria, la exposición ‘De vuelta a casa. El legado del pueblo Majo’.

Isidoro Hernández, técnico responsable de los fondos del museo, nos ha explicado que la salida de los bienes patrimoniales arqueológicos de Fuerteventura hacia otros lugares, es fruto del coleccionismo, característico a partir del siglo XIX, en la época del Romanticismo, en el afán de intentar recuperar esa identidad de todos los países y de todas las zonas a nivel europeo.

Hoy tenemos más concienciación sobre ello, aunque “en aquella época era lo que se hacía, era lo normal” y “quizás gracias a ello esos materiales arqueológicos, esas vasijas y esos restos óseos no se hubieran conservado de la misma manera que si se hubieran quedado en Fuerteventura”, ha explicado Hernández. “No se entiende que actualmente puedan existir cierto tipo de coleccionistas que tengan en sus casas materiales arqueológicos, son de dominio público y así lo expone la ley, y que no sean entregados a las instituciones para su difusión y su conservación”, ha trasladado, aunque ha admitido que ” es muchísimo menos”.

En cuanto el Museo Arqueológico de Fuerteventura abría sus puertas, surgió la consciencia de que “había muchísimo material fuera” y se comenzó a trabajar en esta exposición ‘De vuelta a casa’ para explicar por qué están fuera de la isla estos restos patrimoniales, una exposición que ha sido también un proyecto de investigación, según nos ha contado Isidoro Hernández.

Así, a través de un consenso entre el Museo Arqueológico de Tenerife, el Museo Canario y el Museo Arqueológico de Fuerteventura, que han acordado la piezas que pueden estar en la exposición y las que no, “priorizando sobre todo el tema de conservación de las piezas”, ya que se trata de vasijas que pueden tener hasta 2.000 años y “el mismo traslado, por mucho embalaje que le pongas, pueden sufrir” por lo que, para el responsable de los fondos del museo, “es preferible mantenerlas en el lugar donde están y no arriesgarse a poder perderlas en el camino”.

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