El mancomún pervive en Fuerteventura

El mancomún en La rosa de Fuerteventura
El mancomún en La rosa de Fuerteventura
La Rosa de Fuerteventura
La Rosa de Fuerteventura
El mancomún pervive en Fuerteventura
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A poner en valor el patrimonio del mancomún de Puerto del Rosario y todos los elementos que rodean a este particular territorio nos ayuda hoy en ‘La rosa de Fuerteventura’, el historiador, Francisco Cerdeña.

Acompañados por el concejal de Patrimonio Histórico y Sector Primario de Puerto del Rosario, David de León, nos trasladamos hasta la gambuesa del Barranco de Jarugo, en la costa oeste de la isla.

Esta zona de la isla permanece en su mayor parte intacta ante la intervención humana debido a la protección ambiental y a que gran parte de los terrenos son propiedad de la comunidad, de titularidad publica.

Cerdeña nos hace un recorrido histórico por la  franja de terrenos utilizados desde la época aborigen para aprovechamiento del ganado de costa y que fue adaptado su uso con la llegada de los conquistadores, hasta nuestros días. Los señores del norte se reservaron La Mascona y los del sur la Península de Jandía y esta franja de terreno cerca de la costa se destinó a reserva para ganadería.

Lo primero que sorprende al divisar la costa, es el mar, su color turquesa y la fuerza con la que bate en la orilla. A lo largo de kilómetros se van dibujando en la orografía pequeñas calas con arena dorada que invita a quedarse en ellas.

Del mar dirigimos la vista hacía el interior y el paisaje limpio, impone. La suavidad de las formas de las montañas que se recortan en el paisaje, contrasta con la soledad, a penas rota por los cuervos que sobrevuelan.

Francisco Cerdeña, Marusa Hernández y David de León en el mancomún de Puerto del Rosario
Francisco Cerdeña, Marusa Hernández y David de León en el mancomún de Puerto del Rosario

Tanto Paco como David, se afanan en hablar de las bondades culturales e históricas de este espacio, en muchas ocasiones escondidas a los ojos de la mayoría de la población, pero no de los intereses económicos. En este sentido, David señala la preocupación que hay en estos momentos por los permisos de investigación de tierras raras, que se están tramitando para la zona en la Consejería de Industria del Gobierno de Canarias, a lo que el historiador añade que no es la primera ocasión que tratan de aprovecharse y especular en la zona. En su momento hubo la intención de desarrollar turísticamente este lugar, pero la  intervención del comisionado del mancomún de la época, reclamando el uso ganadero otorgado durante siglos sobre el terreno paralizó el proyecto.

La figura del comisionado por lo tanto tiene una gran relevancia en el mancomún. Habitualmente es nombrado por los ganaderos y cumple el perfil de una persona mayor del lugar, sabia y justa, con conocimientos de la zona y en ganadería. En las apañadas distribuye a los ganaderos y establece el trabajo a desarrollar por los participantes.

No podemos olvidar, indica Cerdeña, que lo que marca el comisionado en las apañadas son lecciones de pura estrategia.

Esa estrategia será necesaria para poner a salvo miles de km que hasta el momento han defendido los ganaderos frente a los grandes intereses económicos.

Bien de Interés Cultural

La Consejería de Patrimonio Histórico del Cabildo de Fuerteventura abrió en 2022 el procedimiento para declarar las apañadas de ganado de costa de la isla como Bien de Interés Cultural inmaterial. Se plantea como objetivo contribuir a la preservación y protección de una tradición milenaria que pasaría a ser considerada BIC dentro de la categoría de ‘conocimientos y usos relacionados con la naturaleza, el cielo y el mar’.

La propuesta recoge que las apañadas constituyen un elemento etnográfico e identificativo con gran valor para la cultura majorera. Por ello, es necesario articular estrategias que permitan proteger esta tradición y transmitirla a las futuras generaciones.

Desde el punto de vista socioeconómico el documento señala que esta actividad constituyó un medio esencial para el sustento de los antiguos pobladores de la isla, proveyendo alimento, pieles y derivados que fueron utilizados para el intercambio de productos.

Por otro lado, se destaca que las apañadas constituyen una tradición ancestral, heredada de los aborígenes. Una práctica que consiste en reunir el ganado de costa diseminado por valles y montañas para reunirlos en corrales con muros altos de piedra seca que reciben el nombre de gambuesa y que se reparten por todo el territorio insular.

Una vez en la gambuesa, los pastores separan las cabras paridas y las crías, las cabras de ordeño y todas aquellas cuyos dueños quieran retirar de la costa por diferentes motivos.  Otras de las tareas realizadas en la gambuesa es la de ‘ahijar’, lo cual consisten en observar qué cría pertenece a cada cabra y por tanto a qué ganadero para ser marcada posteriormente.

También destacan como elementos etnográficos las marcas de ganado, que se transmiten de generación en generación. Hacia mediados del siglo XVIII se contabilizaron 208 marcas diferentes en Fuerteventura, únicamente en el llamado término de Guise, ya que no existen referencias a las marcas empleadas en el área de Ayose.

En este punto cabe resaltar que Francisco Cerdeña señala que son precisamente las marcas de las cabras, alguna de ellas recogidas notarialmente, el elemento que da la posibilidad al propietario sobre el uso del terreno del mancomún.

David de León y Francisco Cerdeña
David de León y Francisco Cerdeña

Quizás en una simple marca de cabra y en las estrategias aplicadas durante siglos por los comisionados  y ganaderos esté la clave para seguir conservando para generaciones futuras este inmenso patrimonio de los habitantes de la isla.

 

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