Patrimonio Vivo: El Drago

Hojas carnosas que se proyectan sin una dirección fijada, nacidas de un tronco fuerte pálido. Drago es su nombre y según el geógrafo Rafael S. Almeida Pérez en Los Dragos del archipiélago canario en Canarias solo existe de forma silvestre en Gran Canaria y Tenerife.

Aunque parezca una planta típica canaria, lo cierto es que no es ni siquiera exclusiva de la Macaronesia, dado que en 1996 se encontró “una importante población” en Marruecos, según Almeida Pérez. De momento, se han encontrado dos tipos de dragos: Dracaena Draco, presente en todas las islas y que está en peligro, y el Dracaena Tamaranae, solo existente en Gran Canaria y críticamente amenazado.

En cuanto a su historia, los indicios sugieren que el drago podría no haber sido tan común en la época prehispánica, por la escasez de restos arqueológicos. En lo referente al papel de Fuerteventura y Lanzarote, a pesar de no existir referencia histórica, su cercanía con África y su antigüedad geológica, hacen creer que estas dos islas sirvieron como puente para la llegada de esta planta, y que por lo tanto pudieron existir en un pasado posterior al poblamiento aborigen, de acuerdo con ‘Los Dragos del archipiélago canario’.

Antiguamente, a la “sangre” del Drago se le conferían unas facultades curativas y se le daba distintos usos, siendo los más conocidos como dentífrico, tinte y barniz. Sus hojas también han sido muy utilizadas para forraje de ganado o para la fabricación de cuerdas. Conforme con el geógrafo, el Drago ha sido encontrado en lugares inadecuados, debido a su propagación indiscriminada. Rodeados de césped, excesivamente regados, en densas agrupaciones, en zonas ventosas y cerca de la playa son algunos ejemplos de su propagación indebida.

Fuentes:

  • Padilla, Á. L. R. Paisaje y usos forestales en Fuerteventura durante el Antiguo Régimen
  • Pérez, R. S. A. (2009). Los dragos del archipiélago canario. Rincones del Atlántico, (6), 142-151
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