Los hijos de la Fuerteventura de la nada

La Rosa de Fuerteventura
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Los hijos de la Fuerteventura de la nada
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‘Nada, en Fuerteventura no había nada’. Con el convencimiento que le da haberlo vivido,  Silvestre Araya afirma con rotundidad que en el año 45, ‘yo nací antes del 45’, en Fuerteventura no había nada, más que necesidad. No había trabajo afirma con rotundidad.

Los recuerdos de la niñez le traen la imagen de la escasez en Fuerteventura. “La gente se peleaba por un vaso de suero”, relata. Mi madre salía a trabajar a las plataneras o tomateros a Las Palmas (Gran Canaria) en el Guanchinerfe, un barco que iba y venía. Salía por Tarajalejo y  allí desembarcaban cada 15 días. “Esperaba a mi madre a la orilla del mar. Aguardaba su regreso con impaciencia porque siempre que podía nos traía un plátano”. Es que no había nada. En el 47 la gente venía de la mar hasta la ganadería de mi padre donde hacían cola por una botella de suero sin guisar. En mas de una ocasión recuerdo a mi padre decir “tenemos que matar una cabra porque no tenemos para comer”.

Lorenzo Araya ganadero de Tuineje
Lorenzo Araya ganadero de Tuineje

Conversamos también con Cristina Morera quien aclara que es de Cotillo y con la vida hecha en Tesejerague, en su finca de Diego Alonso, (Tuineje) donde la lucha fue constante para sacar adelante a la familia junto a su marido ya fallecido. La economía de Cristina y los suyos cambio a mejor cuando su marido salió a trabajar a un centro hotelero del sur de la isla. Desde ese momento compaginaba el cuidado de las 1000 cabras y ovejas con sus tareas de jardinero.

Se levantaba muy temprano, a las cuatro de la madrugada. Al volver a casa también me ayudaba con las tareas del cuidado de los animales. ‘Eran su vida’, remarca. ‘Hasta hace algunos años mantuve las cabras, pero con los años ya era difícil cuidarlas yo sola. Mis hijos no me podían ayudar, todos tienen su trabajo’.

En Diego Alonso siempre hubo ganado, sus padres lo tuvieron y ellos también.

Cristina Morera acompañada de su hijo en Feaga 2024
Cristina Morera acompañada de su hijo en Feaga 2024

Carmen Rodríguez, Tolita,  ganadera de toda la vida en Lajares mira al sector primario con otros ojos. Jubilada, hace algunos años. Sus hijos son de los pocos jóvenes que en Fuerteventura se han incorporado a la ganadería.

Trabajó toda la vida con el ganado de cabras y en las labores del campo. Su esfuerzo personal fue reconocido al ser una de las seis elegidas del mundo rural en Fuerteventura para ser homenajeadas en el Día de las Mujeres Rurales en el año 2010.

En una entrevista concedida hace algunos años la ganadera recordaba ‘los dos años que pasó de empaquetadora de tomates en Las Palmas. Tenía 12 años cuando su familia decidió emigrar a Las Palmas porque la vida en Fuerteventura se había convertido en una pesadilla, un sacrificio muy grande del que era necesario escapar. Pero en la isla redonda lo que les esperaba era trabajo y más trabajo, -entonces no se hablaba de prohibir el trabajo infantil, ni de la obligación de escolarizar a los niños-. A los 14 años, la familia decide regresar a Fuerteventura para no volver a abandonar la isla’.

“Con los ahorros del primer año pudimos comprar un ropero y con los del segundo, una majalula (camella nuevita), un vestido y unos zapatitos que nos duraban un montón”.

Tolita ganadera del norte en Feaga 2024
Tolita ganadera del norte en Feaga 2024

Silvestre, Cristina y Tolita son hijos de la Fuerteventura de la nada. Esa isla de los 40,50 o 60, cuando la nada empujaba a sus habitantes a salir hacía otros territorios para poder sobrevivir. En muchas ocasiones, como a Silvestre, a la población solo le quedaba esperar cerca del mar, a los que salieron, por si traían alimentos que les permitiera aliviar el hambre.

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