Las prácticas de sanación llevadas a cabo principalmente por las mujeres curanderas forman parte del patrimonio inmaterial de Canarias. Con sus rituales ayudaron a muchas personas a remediar males a lo largo de la historia de las islas. Para poner de relieve esta labor, la Dirección General de Cultura y Patrimonio Cultural estrena en su canal de YouTube el documental ‘Curanderas, tradiciones de sanación’ de Beatriz Chinea mañana, 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer.
El documental, de treinta minutos de duración aproximadamente, recoge el testimonio de una docena de santiguadoras, curanderas, yerberas y parteras de las distintas islas con la narración de la escritora Elsa López y la participación del historiador Pedro Carreño y Guzmán Marrero, yerbero y técnico del Centro de Plantas Medicinales de Gran Canaria.
Tal y como indica Elsa López al inicio del documental, antiguamente, sobre todo en las zonas rurales “algunas mujeres tenían el don, la habilidad o la capacidad de curar o aliviar ciertas dolencias como el mal de ojo, la culebrilla o la carne abierta” y aplicaban diferentes métodos para curar como “plantas medicinales, la imposición de manos, rezados o santiguados”, entre otros.
Algunas de estas técnicas se muestran en la película a través de las experiencias y la memoria de estas mujeres mayores. Las entrevistadas explican en primera persona cómo practican la sanación, de quién han heredado los conocimientos, cómo se cura y todos aquellos aspectos relevantes que se han transmitido de generación en generación.
La medicina tradicional mezcla la cultura, la religión, el conocimiento del medio, las tradiciones y los saberes populares. Se trata de unas costumbres que siguen vivas en algunos lugares del archipiélago, pero que están al borde de la desaparición.
‘Curanderas, tradiciones de sanacion’ es el resultado final de un proyecto de archivo audiovisual impulsado por el Gobierno de Canarias en el que se ha documentado visualmente las tradiciones y prácticas de sanación con el objetivo de preservar este patrimonio inmaterial. En definitiva, una base de datos conserva el fondo de las entrevistas en bruto para que las futuras generaciones, personal investigador, docentes, estudiantado, entre otros, puedan conocer y divulgar esta sabiduría popular.