La Rosa de Fuerteventura
La Rosa de Fuerteventura
De cuando en Fuerteventura hubo tanto calor que se secaron hasta las tuneras
/

En la La Rosa de Fuerteventura nos adentramos en la memoria de una isla, Fuerteventura. Con Baltasar Acosta, Paco Vera y  María Teresa Alberto, vecinos de Antigua rescatamos parte del pasado agrícola y ganadero de la maxorata, donde hace 50 años ‘hubo tanto calor que se secaron hasta las tuneras y las higueras‘.

Mayores de Antigua en La Rosa de Fuerteventura

Justo en el limite en el que termina la tarde y comienza la noche, el fuerte calor, hoy se han superado los 40º, da una tregua en Antigua, en el centro de Fuerteventura. De forma sutil  comienza a soplar el tan esperado viento del norte, llega el alisio. El fresco se cuela en la conversación que mantenemos con Paco, Baltasar y María Teresa. Antes, Vicente Alberto y Roque Pereza, restan importancia a las altas temperaturas sufridas estos día y afirman convencidos que para calor los ya vividos en la isla donde hasta las tuneras caían vencidas frente a un aire irrespirable.

La ‘cobra’ de la familia de Paco Vera

Una fotografía resume parte de la vida de Paco. “Este es mi padre y esto soy yo en la era de nuestra casa, en Triquivijate trillando”  señala con el dedo. En sus manos la copia de una antigua instantánea donde se aprecia de una forma borrosa dos personas, dos bueyes, un burro y un camello. Aclara Paco, que los animales representan una “cobra” y era algo muy preciado,” los vecinos en caso de carecer de ella se la iban prestando”. Paco habla de tiempos donde “se pasó hambre a canales”. Fueron tantos años ‘ruines’ que para nuestro interlocutor es más fácil recordar los buenos. Así enumera como buenos los años 1946,1949,1950,1951,1952 y 1953.

Del 53 al 60 no volvió a llover en la isla y precisamente ‘ese año llegó el turismo y la agricultura se fue pa’ el carajo’. Con el turismo reconoce que llegó el trabajo, ‘antes para tener algo de dinero solo quedaba picar para sacar la piedra de cal’.

Baltasar Acosta y el cultivo del tomate en El Pardo

Más de 30 años de su vida dedicó Baltasar con su familia al cultivo del tomate. A sus 92 años en su memoria guarda con claridad hasta el precio al que le pagaban el kilo, ‘dos pesetas y media’, dice. En El Pardo (finca en Antigua) estuve muchos años trabajando con los Évora, ‘primero con el padre y mas tarde con el hijo, Juan Évora.

María Teresa Alberto, vecina de Antigua
María Teresa Alberto, vecina de Antigua

Teresa Alberto centra su relato en una infancia feliz, pese a las dificultades, en Maninubre. Era la mayor y estaba al cuidado de los más pequeños de la familia. ‘No teníamos para lujos, pero la comida nunca faltó’.

Son cerca de las 21.00 horas y en un momento de la conversación, el calor, a esta hora ya casi doblegado por el alisio, como hace 50 años las altas temperaturas doblegaron a las tuneras, le trae a la memoria de Teresa las noches en las que para poder dormir extendía los colchones en las azotea. ‘Parece que escucho las risas de los chiquillos’, afirma en referencia a sus hijos.

 

Deja un comentario