Acostumbrar la vista para apreciar el potencial de la juventud majorera

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Acostumbrar la vista para apreciar el potencial de la juventud majorera
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Nos situamos en Antigua para nuestro Diálogo Joven, específicamente junto a una escultura en la plaza que marca el camino hacia la Ermita de Nuestra Señora de la Peña. Para descubrirla debemos mirar dentro de una especie de cajón y acostumbrar nuestros ojos a la oscuridad. Algo parecido pasa con nuestra mesa de hoy.

Los jóvenes que nos acompañan son Saúl González, arquitecto; Héctor Cabrera, ganadero; Marta Díaz, criminóloga y Carmelo Rodríguez que trabaja como gobernante en un hotel.

Tanto Saúl como Marta se trasladaron a Madrid a estudiar algo que eligieron por pasión.
Saúl tenía claro que quería volver a Fuerteventura, aunque ha explicado que tardó un poco más de tiempo para completar su formación. Marta desde que volvió ha seguido formándose online y mandando currículums a toda España porque “si es para trabajar de criminóloga me voy a donde haga falta”, ha asegurado. Ella ve su futuro fuera de Fuerteventura ya que la profesión de criminólogo no existe en España, lo que considera que incrementa la dificultad en Fuerteventura de conseguir un empleo en este sentido.

Saúl ha recordado sus inicios, el momento en el que pasaba por el proceso de acceder al Grado en Arquitectura en el que sintió cómo le cortaban las alas las personas que le decían que era muy difícil y no lo iba a conseguir. Estos comentarios le llegaban “por parte del propio profesorado incluso”, ha recordado. Ha considerado que son precisamente ellos quienes “tienen que apoyar y animar a estudiar lo que a uno le gusta” sin poner el foco en las barreras y dificultades.

En su caso, Héctor estudió un módulo en Gran Tarajal de técnico agropecuario y quiso dedicarse a la ganadería, ya que no le motivaba salir de la isla para estudiar.
Ser joven dentro del sector ganadero “es complicado”, ha advertido, sobre todo en los comienzos, y ha reconocido que, aunque desde casa le animaban, también le hacían poner los pies en el suelo alertándole del compromiso que requiere la profesión.

Cuando Carmelo terminó bachillerato, quiso sacarse “unos dinerillos” en la hostelería y desde los puestos más bajos consiguió convertirse en jefe de departamento. Ahora ha vuelto a los libros para estudiar, aunque está muy contento e ilusionado con su trabajo. Desde su experiencia, ha considerado que la dificultad para encontrar personal en la hostelería se debe a que “sabemos que está ahí, pero mientras tenemos otra posibilidad no elegimos esa opción de primeras”.

Cuatro realidades de cuatro jóvenes diferentes. Cuatro formas de ver el mundo desde Fuerteventura y de enfrentar el futuro.

¿Qué tienen en común un arquitecto, un ganadero, un trabajador de hostelería y una criminóloga?

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