Niños que buscan respuestas en Fuerteventura

Niñas y niños participando en el pasacalles carnavalero de Puerto del Rosario

Un billete destino a Fuerteventura, un cambio cultural y un viaje para aprender de las personas.

A primera vista puede parecer que a unos jóvenes de Fuerteventura y Lesbos no les une nada, pero tienen más similitudes de los que ellos se creen. Ambas juventudes habitan en una isla con un clima agradecido, la geografía del lugar es llano principalmente, el número de habitantes parecido (Lesbos cuenta con 86.436 y Fuerteventura con 103.167), los dos territorios están situados en un lugar periférico con respecto a su país y tienen una historia detrás similar.

La búsqueda de refugio en un cayuco

A principios de la década del 2000, a las costas de Fuerteventura llegaban pateras con personas que buscaban un entorno donde pudieran mejorar su situación cotidiana, víctimas de una publicidad engañosa que vendía Canarias como un lugar de riqueza y abastecimiento infinito. Y ahora, en Lesbos, el relato se repite.

En los últimos años, en la prensa nacional es habitual leer que los días agolpan a los refugiados en campos donde habitan en tiendas de campaña, la crispación social es latente, llegando al ataque físico y el discurso xenófobo intenta sacar partido de esta situación para sacar rédito político. Por lo que la educación, en estos momentos se vuelve el camino primordial para no sucumbir al odio.

En estos días, el CEO de Antigua recibe a unos estudiantes de Lesbos de Vrisa School, como parte de un proyecto Erasmus+ de la Unión Europea, Palimpsest Metamorphosis, un plan que pretende dotar a los jóvenes de las herramientas necesarias para saber afrontar situaciones racistas, xenófobas o sexistas, por la que estarán en diferentes talleres aprendiendo por medio del Arte.

Una juventud sin racismo

Hace poco, en Fuerteventura decía un niño en Radio Sintonía que para él tener compañeros de clase de diferentes nacionalidades era algo normalizado. Una muestra, de cómo la juventud es abierta con las diferentes culturas y las asumen como algo cotidiano, aunque no es de extrañar cuando los centros educativos se han implicado en aplicación de valores solidarios.

Porque cuando ocurre una situación adversa, las personas todavía tenemos que recordarnos que “nadie abandona su hogar a no ser que viva en la boca de un tiburón” y “nadie pone a sus hijos en un bote a no ser que el agua sea más segura que la tierra”, como reza el poema de Warsan Shire, Hogar.

Deja un comentario