
La joven joyera Txell Fàbregas ha convertido los zarcillos de parra de la bodega CONATVS en una colección única de joyas inspiradas en el paisaje volcánico y agrícola de Fuerteventura. Su propuesta fusiona arte, naturaleza y memoria, dando nueva vida a elementos orgánicos que forman parte del entorno cotidiano de la isla.
Nacida en Barcelona y licenciada en Ciencias del Mar, Txell vivió durante seis años en Canarias, donde trabajó en investigación y educación ambiental. Con el tiempo, sintió la necesidad de reconectar con su faceta más creativa, y así nació BEALLARA, su proyecto de joyería artística con una fuerte conexión con la botánica y el mundo natural.
“Mi especialidad es transformar materia orgánica en inorgánica, un proceso delicado pero fascinante que me permite conservar pequeñas piezas de naturaleza para siempre”, explica Txell. En esta ocasión, la inspiración llegó de la mano de Pedro A. Martín, propietario de la bodega CONATVS, quien le propuso trabajar con los zarcillos de las parras cultivadas en los suelos volcánicos de Fuerteventura.
El resultado es una colección de joyas con una profunda carga emocional y simbólica, en la que cada pieza conserva las formas originales de los zarcillos, resaltadas con metales nobles y acabados que evocan el viento, la lava y la luz del paisaje majorero.
“Ver cómo esos zarcillos que he observado crecer durante años se transformaban en joyas ha sido un proceso muy emotivo. Esta colección no solo habla de viticultura, sino también de arraigo, transformación y belleza natural”, añade la artista.
Con esta propuesta, Txell Fàbregas consolida una línea de joyería con identidad propia, donde la ciencia y la sensibilidad estética se encuentran para contar historias que nacen en la tierra.