En el corazón del municipio de Betancuria, en la zona de Las Peñas, vive y trabaja Juan Pedro Hernández, un ganadero que ha hecho de la cría de cabras su forma de vida. Su vinculación con el campo no es solo laboral, sino profundamente emocional: “La ganadería es mi vida”, afirma con convicción en el programa de radio, La rosa de Fuerteventura.
Actualmente, Juan Pedro cuida de unas 500 cabras, que representan no solo su sustento, sino también su orgullo. A diario -explica-su explotación produce en torno a 630 litros de leche, un volumen considerable que requiere de una gestión meticulosa y constante. La leche, ‘ahora algo mejor pagada’, se la compran a 95 céntimos el litro, tras una reciente subida que, aunque bienvenida, no compensa del todo el incremento continuo de los costes de producción, se queja el ganadero.
Uno de los mayores desafíos que enfrenta el sector, y que Juan Pedro conoce muy bien, es el aumento del precio de los alimentos para el ganado. El saco de millo, uno de los principales componentes de la alimentación caprina, ‘ya cuesta 5,50 euros y se espera que su precio siga subiendo en las próximas semanas’, asegura el ganadero. Esta situación pone en jaque la rentabilidad de muchas explotaciones, especialmente las familiares, como la suya.
Pero a pesar de las dificultades, Juan Pedro no pierde el entusiasmo ni el compromiso con su labor. Además de su trabajo diario como ganadero, ha demostrado su destreza en diferentes concursos del sector en la ultima edición de Feaga. Ha sido ganador en varias ocasiones del concurso de ordeño manual, una prueba que no solo valora la rapidez, sino también la técnica y el buen trato hacia el animal. También ha logrado buenos puestos en concursos funcionales, en los que se evalúa la calidad genética y el manejo del ganado.
Para Juan Pedro, ser ganadero es mucho más que una profesión. Es una forma de vida que implica esfuerzo, constancia y amor por los animales y la tierra. Su historia representa la de muchos hombres y mujeres del campo en Fuerteventura que, pese a los retos del presente, siguen apostando por mantener viva una tradición esencial para la identidad y la economía rural de la isla.
