Ermita de San Marcos Evangelista en Tiscamanita, un edificio hecho por y para el pueblo

Fuerteventura cuenta con un variado número de edificios emblemáticos, entre ellos se encuentra la ermita de San Marcos Evangelista en Tiscamanita. Declarada en 2007 como Bien de interés Cultural 

 

 

Un edificio hecho por y para el pueblo

Fue a fines del siglo XVII cuando se construyó por los vecinos del lugar, la ermita de San Marcos Evangelista en Tiscamanita, aportando algunos personajes de esa época numerario para su edificación como Luis Herrera, quién lega 200 reales para su construcción.

En su fachada principal, sobre cantería, una inscripción nos recuerda que la hizo Pablo Sánchez de Carmona en 1699. Apellidos que poseían también maestros que intervenían en los edificios de la Villa de Betancuria.

La ermita perteneció desde 1792 a la Parroquia de Tuineje, año en que el Obispo Antonio Tavira Almazán hizo la división parroquial de la isla. Más tarde, a principios de siglo XX, surge en el pueblo de Tiscamanita un fuerte impulso social y económico, originado por una minoría burguesa que produjo grandes cambios en lo social y político. Dentro de este panorama social se produce el desmembramiento, en octubre de 1915, del Pago de Tiscamanita, con los caseríos de la Cañada, el Vínculo, Arrabales y el Pago de Agua de Bueyes, de la Parroquia de Tuineje. Con este nuevo arreglo parroquial de la Diócesis, surge la Parroquia de San Marcos Evangelista en Tiscamanita que funcionó como tal desde 1915 hasta 1985, fecha en la que es de nuevo absorbida por la Parroquia de Tuineje. En ese período de tiempo la ermita de San Marcos Evangelista no varió su fisonomía, manteniendo las mismas modestas dimensiones y sencillez que la había caracterizado desde su construcción por los vecinos del lugar a fines del siglo XVII.

Estructura

La actual ermita de San Marcos Evangelista es de nave única cubierta a tres aguas y tejas. La nave cuenta con cuatro ventanas abocinadas realizadas en cantería clara. Presenta dos puertas rematadas en arcos de medio punto; una en el lado sur y otra en la fachada principal, a los pies de la ermita, cuyo arco está labrado con relieve de molduras de baquetón que recorren todo su perímetro, interrumpido por la base y las impostas.

En la parte alta de la fachada principal se abre un pequeño óculo y a los lados entre la intersección del hastial con la cubierta se sitúan sendas espadañas, realizadas en cantería clara; una, al lado correspondiente a la Epístola, más pequeña, en forma de arco de medio punto; y la otra, en el lado correspondiente al Evangelio, de mejor porte y con forma rectangular rematada con un elemento ornamental. Posee un hueco cuya parte superior está formado por un arco de medio punto.

En la cabecera de la nave, al lado del muro de la Epístola, se adosa la Sacristía, cubierta a igual que la nave de la ermita, a tres aguas y tejas.
Todo el edificio se encuentra rodeado de un muro almenado o barbacana con dos vanos orientados igualmente que las puertas de la ermita.

El empleo de estos muros almenados es muy característico en la arquitectura religiosa de Fuerteventura cuyas reminiscencias provienen, probablemente, de la asimilación de formas de la arquitectura popular y también de las circunstancias propias de la isla, azotada a lo largo de los siglos por los ataques berberiscos. Razones defensivas aconsejarían construcciones de este tipo.

Fuente: Gobierno de Canarias

 

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